Déjame, poesía,
yo nunca fui de nadie
ni tan siquiera mía.
Muere de frío
a las puertas del alma
un sentimiento
que no dejó pasar
el corazón de acero.
No tuvo la paciencia
respeto a mi dolor
y ni siquiera tú
le pediste clemencia.
Rosario Martín
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